Volví a mi y sucedió la magia
VOLVÍ A MÍ Y SUCEDIÓ LA MAGIA.
Dejé de insistir donde no había lo que buscaba.
Dejé de pedir con las manos cerradas.
Dejé de esperar en sillas ocupadas.
Dejé de intentar en un cuerpo ajeno.
Dejé de poner mis expectativas en personas ocupadas.
Dejé de pretender que el otro entendiera.
Dejé de poner los ojos y la esperanza en corazones que no querían latir al lado mío.
Y entonces, magia. ¡ Magia !
Volví a mí, como único destino posible.
Volví a mí, como único camino disponible.
Volví a mí, como el único reencuentro pendiente.
Volví a mí y pude verme las costillas, los dolores y mi alma deshidratada, pidiendo agua.
Y me recibí. Me acaricié. Me perdoné. Me recosté sobre mi hombro.
Me nombré con mi propia voz.
Y me encontré. Distinta pero intacta. Me tuve otra vez. Me tengo otra vez.
Y entonces, magia.
Tengo las llaves de las puertas que quiero abrir.
Acá, dentro.
Afuera sólo están las cerraduras.
Pero yo decido dónde y de mí depende cómo.
Yo decido dónde…
Yo elijo cómo…
Yo elijo con quién …
Yo decido qué quiero …
¡ Yo decido qué merezco… y qué quiero !
Y la magia vivió en mí, porque nunca se fue, porque siempre habitó en mí pero no me permitía verla, por rechazarme y así bajé a mis sombras y resucité, me abracé, me acepté y seguí viva.
No te hagas pedazos por mantener a los demás completos.
– Elisabeth Kurdos