Tú no necesitas ser una niña buena
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Tú no necesitas ser una niña buena

PARA MI:

Tú no necesitas ser una “niña buena»…

Porque los humanos son humanos, no son buenos ni malos, y desde que naciste sé que eres mágica e irrepetible… tú sólo tienes que ser tú…

Aprende que no existen las palabras “bueno” y “malo”, ni siquiera las expresiones “portarse bien” o “portarse mal”.

Necesitas saber que cada persona actúa en cada momento lo mejor que puede, que todos tus actos son tuyos, que tienes derecho a enfadarte, a estar triste, a estar contenta, nerviosa, a tener miedo, a ser inestable, hasta erótica, y ser feliz… pues todas tus emociones son válidas y te ayudan a avanzar en tu camino.

Tú me has enseñado a vivir mis emociones, aprende a usarlas inteligentemente y, sobre todo, a desprenderte de ellas, a no apegarte… sigue así.

Que el centro de tu vida seas tú y no los demás, porque cuando estás centrada, la armonía y la empatía imperan.

Ser una «niña buena» significa ceder parte del control de tu vida a los demás; intentar agradar a las personas que más quieres, de manera inconsciente, a costa del propio dolor o de la injusticia; obedecer dejando a un lado tus propios deseos; no permitirte el enfado, ni la rabia.

Ser una «niña buena» significa tender a la perfección y a la excelencia, una trampa del mundo para cortar las alas.

Ser una «niña buena» significa (a veces) por desgracia enfermar. Enfermar para escapar de la presión de un mundo familiar y/o social que limita la propia creatividad, la libertad y el juego de experimentación de la vida, que pone en una jaula los propios deseos y algunas emociones, bajo el disfraz de que es por tu propio bien.

A quienes me leen les digo: «Yo fui una niña buena» que sobrevivió (hoy puedo decir que soy una adulta desobediente y creativa) pero sufrí un buen rato en el camino.

Yo fui una «niña buena» que supo acompañarse de buenos consejeros, en su mayoría libros y decidir crecer.

Me sigo liberando del chantaje emocional, social, y de otros tipos… prefiero la lógica de la responsabilidad, en la que uno cosecha lo que siembra.

Me sigo liberando del “si (no) haces eso me enfado, me voy o no te quiero”.

Me sigo liberando del «porque lo digo yo» o del «porque soy tu padre/madre/marido…»

Me sigo liberando de la necesidad de actuar para agradar a los demás, incluida yo misma.

Y hablaré (y discutiré sobre ello) con quién haga falta: educadores, profesores, conocidos, familia… porque lo único que quiero y a lo que aspiro es a ser FELIZ…

Defenderé mi LIBERTAD…

Desconozco el autor