Procura
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Soplar las velas año tras año, no nos hace más sabios.
La sabiduría y la madurez se adquieren a través de las cosas que nos pasan en la vida y de cómo nos enfrentamos a ellas.
No hay dos seres iguales, cada persona es distinta, y las cosas que suceden en la vida de una persona no suceden en la de otra. Es decir, las experiencias vitales de cada uno y la forma en cómo las interpretamos e incorporamos a nuestra forma de ser son únicas y exclusivas de cada ser humano.
Es cierto que hay sucesos que serán comunes a todos.
La muerte de un ser querido (amigos, padres, hermanos, e incluso hijos) es algo a lo que todos deberemos hacer frente en algún momento, también la pérdida de un trabajo, la frustración por un amor no correspondido, o transitar por diferentes tipos enfermedades, son sólo una muestra de algunas de las situaciones de las que difícilmente nos libraremos a lo largo de nuestra vida.
Pero las experiencias por sí mismas no nos harán madurar.
La madurez es algo que se forja a través de enfrentarse a estas experiencias, ser resolutivos, obtener un aprendizaje de cada una de ellas y salir fortalecidos.