No me gustan las etiquetas
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No me gustan las etiquetas

No me gustan las etiquetas, ni en la ropa (porque me raspan); ni en la vida (porque me incomodan).

No soy vegetariana, ni vegana, ni celiaca, ni yogui, ni chamana, ni estudiosa, ni espiritual, ni ansiosa. Soy todo lo que TÚ puedas descubrir en mí, y más- Soy mucho más que eso.

Puede que mi verdad de hoy, solo sea una equivocación mañana.

Me permito cambiar de piel como las serpientes, y reparar las alas como las águilas.

De todo lo que he buscado en mi vida, aprendí que aquello que estudiamos pero no aplicamos, se muere.

Se olvida.

Para que algo permanezca es necesario bajarlo de la cabeza al corazón, y sobre todo hacerlo cuerpo.

Nada se queda en ti si no te atraviesa los músculos y la sangre, como el amor.

No me gustan las etiquetas porque te encierran.
No me gustan las etiquetas,
me gusta la vida.
Aprendí que soy yo la que elijo cada paso que doy, dónde estoy y a dónde voy.
Y que todo lo que realmente importa rima con HOY.
Lo que te dijeron que eres hoy, puedes romperlo mañana, como las nueces cuando salen del cascarón. Nunca dejes que te encierren en una etiqueta, ni en un dolor, ni en una historia.
Nunca etiquetes a nadie sin permitirte sentirle el corazón, sin amarlo.

Muévete.
Muévete toda, todo el tiempo.
Mueve los muebles, las plantas, mueve el cuerpo, las ideas, el dolor, y los sueños.
Sé siempre capaz de escuchar sin juicios, de entender al otro.
Te sorprenderías de saber que los grandes aprendizajes a veces no llegan de la mano de un gurú, sino de alguien que tenías cerca. Escucha el mar y los pájaros, y el sonido que hacen los arboles cuando los acaricia el viento; y después… solo después escucha tu corazón.

Ama hasta la médula, sin temor (porque el miedo es lo único que puede apagar el amor).
No seas tacaña en abrazos, ni en caricias.
Toca.
Toca todo.
La gente, las caras, las manos. Tocate tú, la piel, el sudor, el pelo.
Te necesitas.
Todo el tiempo.
Dá.
Dalo todo, hasta la última gota; pero jamás te olvides de abrirte a recibir, de volver a llenarte.

Permítete estar cansada, herida, triste, o avergonzada.
Permítete pedir ayuda y confía porque todo está bien así como está…cuando estás siendo tú.
Sin etiquetas.

Texto: Soledad Voulgaris