LA SUERTE QUE TENGO DE TENERLA
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LA SUERTE QUE TENGO DE TENERLA

LA SUERTE QUE TENGO DE TENERLA
Me desperté y la vi arreglándose para ir a trabajar, pensé en decirle algo, pero cuando me di cuenta de que ella no me vio despierto decidí permanecer en silencio observando.

Concentrada ella miraba al espejo y concienzudamente cuidaba de cada detalle, el cabello, ojos, el tono de la piel y contornos, a veces se alejaba de su reflejo y como quién tanto ya hizo eso entendía detalles que solo una mujer puede entender.

Ella era hermosa como de costumbre, pero no tan increíble como cuando nos conocimos o incluso cuando ella se vestía para salir todos juntos.
Me quedé allí, pensando en todo el tiempo que se toma para permanecer irresistible y cuánto tiempo le tomó para hermosear cada vez que me iba a encontrar.

Me quedé pensando también en cuántas veces me olvidé de decirle que estaba maravillosa.
Esa mañana fingí estar dormido y cuando ella se acercó para darme un beso de despedida me la tiré de sorpresa para mi lado de la cama, miré en sus ojos que parecían no entender nada y le dije: lo siento cuando me olvido de decirte que eres La mujer más hermosa del mundo.

Tengo la suerte de que me recogiera a mi.
Ella sólo sonrió, con esa sonrisa increíble de siempre y que yo hace tanto tiempo no valoraba por la maldita costumbre.

Esa mañana que salió para ir a trabajar yo sentí una gran nostalgia, una nostalgia que hace tiempo no sentía.
Realmente me di cuenta de la suerte que tenía por tenerla a mi lado y la suerte que tuve por entender eso sin necesidad de perderla.

A/D