EL TRIDUO PASCUAL
EL TRIDUO PASCUAL
El triduo pascual se consideraba como tres días de preparación a la fiesta de pascua; actualmente, el enfoque es diferente. El triduo se presenta no como un tiempo de preparación, sino como una sola cosa con la pascua.
Cristo redimió al género humano y dio perfecta gloria a Dios principalmente a través de su misterio pascual: muriendo destruyó la muerte y resucitando restauró la vida.
El triduo comienza el Jueves Santo con la misa vespertina de la cena del Señor, alcanza su cima el Viernes con la celebración de la Pasión de Cristo y cierra con las vísperas del domingo de pascua (Vigilia Pascual en Sábado).
Esta unificación de la celebración pascual es más acorde con el espíritu del Nuevo Testamento y con la tradición cristiana primitiva. El mismo Cristo, cuando aludía a su pasión y muerte, nunca las disociaba de su resurrección.
Esos tres días, que comienzan con la misa vespertina del jueves santo y concluyen con la oración de vísperas del domingo de pascua, forman una unidad, y como tal deben ser considerados. Por consiguiente, la Pascua cristiana consiste esencialmente en una celebración de tres días, que comprende las partes sombrías y las facetas brillantes del misterio salvífico de Cristo.
La resurrección es nuestra pascua; es un paso de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, del ayuno a la fiesta. El Señor dijo: «Tú, en cambio, cuando ayunes, úngete la cabeza y lávate la cara» (Mt 6,17). El ayuno es el comienzo de la fiesta.
El sufrimiento no es bueno en sí mismo; por tanto, no debemos buscarlo como tal. La postura cristiana referente a él es positiva y realista. En la vida de Cristo, y en la cruz, vemos su valor redentor. El crucifijo no debe reducirse a un doloroso recuerdo de lo mucho que Jesús sufrió por nosotros. Es un objeto en el que podemos gloriarnos porque está transfigurado por la gloria de la resurrección.
Nuestras vidas están entretejidas de gozo y de dolor, pero no de sufrimiento. Siempre está Dios vivo en nuestro corazón, quien nos ayuda en toda experiencia dolorosa.
Leticia Neri