El corazón de las cebollas
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El corazón de las cebollas

“El corazón de las cebollas”.

Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas.
Daba gusto sentarse a la sombra de los árboles a contemplar esas bonitas vistas.

Un buen día, empezaron a nacer unas cebollas especiales.

Cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, morado.

Los colores eran deslumbrantes.

Después de varias investigaciones, resultó que cada una de esas cebollas tenía dentro de su corazón una piedra preciosa.

Una tenía un topacio, otra un rubí, otra una esmeralda.

Pero, por alguna incomprensible razón, se empezó a decir que aquello era peligroso, inadecuado y hasta vergonzoso (fuera de lo normal). De modo que, las bellísimas cebollas, tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa con capas, cada vez más oscuras y feas, para disimular cómo eran por dentro, hasta convertirse en cebollas comunes. Incluso algunas optaron por esconderse de nuevo entre la tierra.

De repente, pasó por allí un sabio al que le gustaba sentarse a la sombra de aquel huerto, y que, además, entendía el lenguaje de las cebollas.

El sabio empezó a hablar con cada una de ellas y, al final les preguntó:

¿Por qué no os mostráis tal y como sois por dentro?

Algunas de las respuestas fueron:

Porque nos obligaron a ser así…

Nos enseñaron a parecernos a los/as demás.

Porque nos duele y avergüenza el rechazo.

Todas coincidieron en que las capas se las fueron poniendo otras cebollas “normales” e incluso ellas mismas, para evitar las etiquetas, en este caso, el ser “raras” y para no ser criticadas por ser diferentes.

El sabio se echó a llorar tras escuchar las respuestas que le habían dado las cebollas.
Él pensaba que era una pena no aprovechar, ni disfrutar de las cualidades diferentes de estas cebollas.

Podría ser tan positivo.

Cuando las personas que pasaban por allí lo vieron llorar, pensaron que llorar ante las cebollas era de sabios.
Por eso desde ese día, todo el mundo llora cuando una cebolla nos abre su corazón.

Es un cuento anónimo que ha servido de reflexión durante mucho tiempo para trabajar el tema de la autoestima, ya que ésta, es fundamental para un mayor bienestar.

Reflexión y moraleja:

Siéntete orgulloso por lo que eres y no avergonzado por lo que otros ven en ti.

En el texto se habla de diversidad, no hay que tener miedo a lo que es diferente a nosotros/as. ¿Si todos/as fuésemos exactamente iguales, qué podríamos aportar? ¿Qué podríamos aprender de los demás? ¿Qué podríamos enseñar?

Tenemos que aprender que, en la diversidad se encuentra el enriquecimiento, el aprendizaje.

Otro aspecto que se puede ver en la lectura, es el de la importancia de la valoración de los demás. Las opiniones de otros respecto a nosotros/as mismos/as nos pueden hacer cambiar nuestra forma de ser.

En el texto se ve claramente como las críticas y las opiniones de las demás cebollas, hacían que las que eran “diferentes” se escondieran, y se pusieran una capa tras otra, para tapar su verdadera realidad. Reflexionemos ¿esto no se puede ver a diario?

Todos los días podemos ver este tipo de comportamientos en personas de nuestro entorno, incluso en ocasiones, en nuestra propia persona.

Y es aquí, donde juega un valioso papel la autoestima. Cuando tenemos una buena y sana autoestima, únicamente nos interesan y nos preocupan las críticas constructivas, las que nos ayudan a mejorar. El resto de opiniones no afectan en absoluto, y mucho menos, hacen que cambiemos nuestra forma de ser. Cada persona se tiene que querer tal y como es, y por supuesto, valorarse.

Tanto si tienes discapacidad como si no, tienes que aprender a aceptarte tal y como eres, con tus fortalezas y con tus debilidades…

Aún hoy, hay personas que algunas veces infravaloran a las personas con discapacidad ¿Por qué? Como todos/as hay cosas que pueden hacer y otras que no. ¿Puede un caballo volar como un águila?

¿Qué hubiera pasado si las cebollas “normales” hubiesen aceptado a las cebollas de colores desde un principio? ¿O si a las cebollas de colores no les hubiesen importando las críticas de las demás y hubiesen seguido siendo como eran?

Si esto hubiese ocurrido, todas las cebollas juntas, podrían haber embellecido el paisaje creando un entorno colorido y cálido, y a su vez, todo el mundo podría haber disfrutado de las piedras preciosas que éstas tenían en su interior.

“Nadie te puede hacer sentir inferior sin tu consentimiento” (Eleanor Rosevelt)

Reflexiones de:
Leticia Rodríguez Muñoz
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