La verdad se esconde en tus ojos
La verdad se esconde en tus ojos.
A veces, las miradas dicen mucho más que las propias palabras, como si tuvieran cierta magia.
Ellas no saben mentir, no les enseñaron a hablar, pero dicen tanto que hasta se piensa que los ojos son el reflejo del alma.
La gran diferencia entre mirar y ver es la siguiente: vemos con los ojos y miramos con el alma.
La mirada alberga un gran contenido espiritual, y en consecuencia, refleja la verdad de lo que estamos sintiendo en el alma en ese preciso momento. Por esa sencilla razón, con nuestras miradas revelamos, de vez en cuando, algunos secretos nuestros y sentimientos que tratamos de ocultar.
No existe una experiencia humana más plena de sentimientos, emociones y vivencias espirituales, que el encuentro cuerpo a cuerpo entre dos personas para conversar, entenderse, manifestarse cariño y comunicarse. Las demás formas de comunicación son simplemente accesorios artificiales.
Las miradas dicen muchas cosas de nosotros, nos delatan cuando estamos tristes, enfadados, enamorados, preocupados o cansados.
Cuando sentimos amor hacia una persona se refleja en su mirada.
Las investigaciones han observado que mirarse mutuamente de forma intensa es signo de interés recíproco. Esa mirada sostenida entre dos personas que ya se conocen denota admiración y amor.
La mirada encendida de alguien que atiende a la persona amada es poco más que un libro abierto. Los seres humanos hablamos con los ojos, y este, es un lenguaje que no necesita de palabras ni subtítulos: solo el poder de unas emociones que nacen desde el interior.
Parece que en ocasiones, sí que se llega a cumplir aquello de que la mirada dice a gritos todo aquello que el corazón calla…
“Déjame entrar, déjame ver algún día como me ven tus ojos.”
-Julio Cortázar-
“No sé ni tu nombre, solo sé la mirada con que me lo dices.”
-Mario Benedetti