MAYO MES DE MARÍA
MAYO, MES DE MARÍA
Comienza el mes más bonito del año para dedicárselo a nuestra amada y bienaventurada Madre y Reina de todo el universo, la Virgen María.
Ella es todo amor, toda pureza y nos conduce siempre, con su ternura de madre virginal, a los brazos de misericordia de nuestro Señor Jesús.
A continuación, vamos a ir presentando a diario una pequeña reflexión para adentrarnos en las profundidades
del corazón inmaculado de María y así, junto con ella, lograr enamorarnos de Jesús,
lograr que nuestra alma siempre esté dispuesta como ella a decir ese «sí» definitivo al amor de Dios, a su perdón, a toda su obra de salvación.
Háblale a Jesús sobre María
Jesús mío, me gusta orar a María, tu Santa Madre, ella me enseña con su manera de vivir, a ser dócil a tu Palabra, a tomarla en serio,
y a dejarse guiar por ella; pero también María se presenta como una servidora, como una que sale a ayudar a su prima Isabel, cuando esta la necesita.
Así quiero ser yo, mi Señor y mi Dios, quiero ser uno que es dócil a tu Palabra y que sale de sí a servir a los hermanos que tanto necesitan de Ti.
Gracias por darme la oportunidad de ver a María y de aprender de ella, gracias por su amor de Madre y por todas las bendiciones
que a través de ella, nos has dado a nosotros que la amamos y la descubrimos como modelo de discípulo que Tú nos has llamado a seguir.
Confío en tu compañía y en tu Bendición Señor, gracias por todo lo bueno que me das por ayudarme a ser cada día un mejor ser humanos.
Cómo mi madre María, me uno a sus eternas palabras de entrega que hacen y harán eco en nuestra historia de salvación: Hágase en mí según tu Palabra.
Amén
Oración inicial
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes.
Grábame, por favor, estas tres cosas que dijiste:
«No tienen vino»: presenta siempre a tu Hijo mis necesidades y las de todos tus hijos.
«Hágan lo que Él les diga»: dame luz para saber lo que Jesús me dice, y amor grande para hacerlo fielmente.
«He aquí la esclava del Señor»: que yo no tenga otra respuesta ante todo lo que Él me insinúe.