Té para dormir profundo
home // page // Té para dormir profundo

Té para dormir profundo

EL TÉ QUE LAS ABUELAS PREPARABAN PARA DORMIR PROFUNDO Y SIN DESPERTAR EN LA NOCHE

En las noches tranquilas del pueblo, cuando la luz era apenas la de un foco amarillo en la cocina o el reflejo de la luna entrando por la ventana, había un ritual que nunca fallaba: el té de la abuela.

No se trataba de bolsitas compradas en el supermercado ni de mezclas industrializadas.
Era un té que nacía del patio, de la tierra y de la memoria.

La receta no estaba en un papel, estaba en su corazón

Al caer la tarde, la abuela salía con una canasta pequeña y cortaba hojas de tila, manzanilla, toronjil o hierbabuena, según el tiempo y lo que creciera mejor en ese año.
A veces combinaba dos o tres, pero siempre decía:
«Lo importante no es la planta, lo importante es cómo la preparas y con qué intención la sirves.»

Colocaba las hierbas frescas o secas en una olla de barro, calentaba el agua hasta que comenzaba a cantar y, sin dejarla hervir, la vertía sobre las hojas.
Cubría la olla con un platito para que el aroma y los aceites se quedaran dentro.

El momento de tomarlo

La abuela siempre servía el té en tazas gruesas, esas que retenían el calor.
El vapor subía despacio, impregnando la cocina con un aroma que mezclaba calma y hogar.
Antes de dártelo, te pedía que te sentaras, que no lo tomaras de pie ni con prisa.
Decía que el cuerpo también se duerme con la actitud, no solo con la bebida.

¿Por qué funcionaba?

Hoy sabemos que muchas de esas plantas contienen compuestos que ayudan a relajar los músculos, calmar los nervios y regular el sueño.
La tila y la manzanilla, por ejemplo, tienen propiedades sedantes suaves que ayudan a conciliar el sueño sin dependencia ni efectos secundarios.
El toronjil reduce la ansiedad, y la hierbabuena ayuda a relajar el estómago, lo que evita despertares nocturnos por molestias.

Pero la verdad es que el ingrediente secreto era el cariño con el que lo preparaba.

Un recuerdo que no se olvida

Beber ese té era más que una costumbre:
Era cerrar el día con gratitud, con un momento de silencio, con el calor de saber que alguien velaba por tu descanso.

Y quizá por eso dormías profundo, sin interrupciones, soñando bonito.
Porque el sueño, igual que la vida, se acomoda mejor cuando lo arropan el amor y la tradición.

En resumen:

Si quieres dormir como antes, no busques solo una planta…
Busca el momento, el ritual, la calma, y prepárate tu té como lo hacía la abuela:
Con paciencia, con intención y con amor.